Padres de cine

 


Permíteme la metáfora. El cine es el padre de los videojuegos, como la pintura lo fue de la fotografía y ésta del cine, en un bucle de aprendizaje cruzado. La edad de la inocencia, de Scorsese, bebe no solo de la obra literaria de Wharton, también del cuadro Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, de Georges Seurat, ilustrando la vida desahogada de la burguesía americana. La lista de sinergias entre pasado y presente son infinitas. 













Al encenderse el proyector, parece como si el cine fuera una creación ex nihilo, pero tras de sí late una tradición que no está muerta. El presente se alimenta de ella, no solo a modo de deuda indeleble, sino como detonante de nuevas historias y enfoques que en una retro alimentación creativa generan nuevos significados para espectadores contemporáneos. Nada de lo que vemos en el cine actual es independiente de aquellas otras películas que le precedieron. La deuda de los padres es irrenunciable.


El cine es padre del espectador. Por lo menos lo fue para mí. Aprendí a disfrutar del arte y el mundo antes en una sala de cine que leyendo o yendo a la escuela. El cine me instruyó sin imposiciones, mostrando la basta diversidad de afectos, ideas y vidas ajenas. El cine sin duda me hizo más tolerante, ávido de otros mundos que hice míos sin apenas viajar.



El cine es padre de la gran familia que lo sostiene: actores, productores, guionistas, localizadores, directores de fotografía, operadores de cámara, directores, maquilladores, directores de sonido, carpinteros, utilleros, electricistas, microfonistas... No hay cine sin cooperación. Un delicado cuidado de detalles, trabajo en la sombra, da vida a lo que se ve, más allá del relumbrón de estrellas y alfombras rojas. 

Pero más allá de la metáfora, el cine destila la savia de lo vivido, recreando roles que enraízan con la huella del padre real o imaginado. 


El fantasma que perturba la conciencia e insta a actuar:


El padre perfecto, empático y noble:


El padre que no tuvimos:


El padre que nos protege contra la adversidad y nos hace reir:


El padre siniestro y ausente:


El patriarca todopoderoso que sostiene (y condena) a la familia:


El padre exigente, sin tiempo para su hijo:


El padre con el que reconciliarse y en el que reconocerse: 

 

El padre sobreprotector:


El padre-héroe:


La muerte del padre:


El padre respetado:


Sugerencias didácticas:

  • Ver escenas y hacer un retrato escrito y oral del perfil de padre que en ellas se describe.
  • Recrear una escena entre padre e hijos de la historia del cine y readaptarla a situaciones cotidianas vividas por los alumnos. Por ejemplo, se puede asociar con situaciones donde se observe un sesgo de género en actitudes y conductas.
  • Realizar un breve cómic con una escena y adaptar los diálogos. 
  • Crear guiones propios a partir de escenas y dramatizarlos en vídeo o en un podcast.
  • Se puede tomar como punto de partida cualquier otro rol para abordarlo en clase. Por ejemplo, docentes en el cine para evaluar al profesor y resolver conflictos. 

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